"I shut my eyes and all the world drops dead; I lift my lids and all is born again. (I think I made you up inside my head.)" Sylvia Plath - Mad girl's love song

miércoles, octubre 26, 2005

Preguntas y respuestas

Preguntas al azar
1.- ¿Heidi y Clara mantenían algún tipo de relación sentimental codificada, desarrollada por los guionistas a modo de publicidad subliminal?

2.- ¿Os gustaría conocerme? Porque a mi me gustaría tomar aunque sea un café con los dueños de los blogs que leo cada día o con la gente que me comenta.

3.- ¿Alguien ha leído El Quijote hasta el final?

4.- ¿Alguien ha escuchado a King Crimson?

5.- ¿Habeis visto o leido La Naranja Mecánica?

6.- ¿Mantendríais correspondencia conmigo, mientras esté en Irlanda, aunque no me conozcáis?

7.- ¿Os gustaría ser put@s por una noche?

8.- ¿A qué tribu/s urbana/s perteneceis (si es que creeis que perteneceis a alguna)?

9.- Busco piso o casa en Dublín, ¿sabeis de alguien que tenga una habitación libre?

10.- ¿Me mandais más besos?

¿Tenéis respuestas al azar para todas o alguna de estas preguntas?


Escuchando No llorar, de Niños Mutantes

martes, octubre 25, 2005

Besos


Por cariño
por amor
porque sí
¿por qué no?
porque me falta la respiración y necesito oxígeno
porque algunas veces abren la puerta a lo que los franceses llaman la petit mort.
Y es que esta pequeña muerte se conocía como jasm en el argot norteamericano de principios del siglo XIX
y se dice que el origen de la palabra jazz procede de jasm
y es que un orgasmo es energía, improvisación, subidas, bajadas y apoteosis final al igual que un buen tema de jazz
y se dice que en los años 20, con el Renacimiento de Harlem, manzanas, dibujadas en los mapas, señalaban el emplazamiento de los clubs de jazz
y estas manzanas me recuerdan a Eva y al pecado.
Y algunos de mis besos esconden pecado porque quizá no respeto el compromiso de mi improvisado partener
pero es que la serpiente ya no ofrece manzanas sino que muerde la lengua y siempre existen almas caritativas dispuestas a sanar.



Escuchando Y además es imposible, de Los Planetas

lunes, octubre 24, 2005

Abrazos de despedida

Últimamente los abrazos me están costando una terrible acumulación de pena. No es sólo el hecho de abarcarse con los brazos, notar un corazón latiendo en el lado derecho del pecho o el sentir que no te puedes quedar a vivr en un abrazo para toda la vida sino también las palabras que se dicen al oido mientras te abrazan.

Cuídate mucho. Todo irá bien, no te preocupes. Conseguirás todo lo que te propongas porque tu lo vales y tienes capacidad suficiente. La gente allí también te querrá mucho, ya verás. Te voy a echar mucho de menos, quédate, no te vayas. Escribe muchas cartas contando todo lo que haces.
Pero no todo lo que se dice es tan lastimero o sensible, hay que encontrar la manera de quitar hierro al asunto y evitar que la lágrima pese aún más.
Ni se te ocurra liarte con una rubicunda. Qué bien hueles, ¿qué perfume es?. Ve pidiéndome una pinta. Protégete del frío y de todo lo demás.

Me voy. Dentro de una semana estaré paseando por las mismas calles por las que paseaba James Joyce, diré good morning por la mañana y sabré, con una sonrisa en la cara, lo que es un día gris.
Antes de irme guardaré sol para unos días, tendré más abrazos y muchas palabras al oido, me compraré un pijama de los calentitos y seguiré abrazando y despidiéndome y con la lágrima pesando cada vez más.

Me voy a Irlanda, la tierra verde.

Escuchando Libertango, de Astor Piazzolla

viernes, octubre 21, 2005

Historias de X & Y

Y es ama de casa durante el día y por la tarde limpia el centro comercial de su barrio. X trabajaba como periodista deportiva en un periódico muy afamado pero ahora está ocupada en el periódico local escribiendo una columna diaria acerca de la situación, tanto política como social, de su región.
Sus columnas siempre habían tenido muy buena acogida excepto una vez en la que recibió tantas críticas que tuvo que elegir entre retractarse en la columna del día siguiente o irse directamente a la calle. Su orgullo le impedía escribir esa columna, ya que X no reconocía que había metido la mata al menos una vez en toda su carrera, y acabó saliendo de tan afamado periódico eso sí "con la cabeza bien alta", según decía.
X, aparte de su trabajo, se encierra, algunos domingos, en su cuarto y pinta cuadros de caballos.

Y acababa de hablar por teléfono con su madre, se encontraba bastante alterada, andando de un lado a otro mientras se repetía que no era culpa suya, que no era ella la que tenía que pedir perdón a su hermano sino todo lo contrario. "No es mi culpa, no es mi culpa. Lo que me faltaba que mi madre me llame a mi para que le pida perdón al idiota de mi hermano. No es mi culpa, por qué no lo llama a el para pedirme perdón. Encima me dice que soy una orgullosa y que nunca reconozco las cosas que hago mal. No soy orgullosa, si tengo la razón por qué voy a pedir yo perdón".
Para evadirse del problema, Y pone las noticias de las nueve mientras parte acelgas para el almuerzo del día siguiente. -Ya le podrían poner nombres que no fuesen de mujeres a esos huracanes, siempre nos llevamos la peor parte. Que si Katrina, Rita, Wilma...- piensa Y un tanto enfadada. Cambia de canal pero en todos hay noticias, -ea, seguiremos viendo penas- se resigna. Aparecen las imágenes de la lapidación de una mujer en Nigeria –¡la madre que me...!, ya me he cortado- se maldice Y. Tras hacerse un vendaje improvisado en el dedo con un pañuelo de papel y un retal de unos pantalones que había estado arreglando, se dirige a la habitación de al lado y frente al mapamundi dice entre asombrada e indignada: “pero si Nigeria sólo está a cuatro dedos de España, eso no tienen que ser muchos kilómetros, dónde vamos a ir a parar. Como nos descuidemos ya mismo nos estamos apedreando de un balcón a otro”.
De vuelta al salón, Y se dispone a sentarse pero una noticia le deja a medio camino, aguantando el peso de su cuerpo sobre sus rodillas. Escucha al comentarista narrando el fatal desenlace de una chica que desapareció días antes y que había sido hallada muerta con signos de violencia.
Y se yergue completamente y se dirige hacia la última puerta del pasillo, en ese mismo instante X abre la puerta del cuarto y observa como Y se acerca hacia ella con los ojos como platos.
- ¿Qué ocurre Y?

- (Ya más calmada). Pues... he pensado que con lo peligrosa que está la vida no creo que sea un buen momento para que cada una se vaya por su lado. Ya sé que ayer tomamos una decisión pero...

- Ya (la interrumpe). A mi hoy me cuesta dibujar, se me van los trazos y algunos me salen con un lomo que parecen estar embarazados. Ningún caballo me sale igual al modelo y además creo que los estoy odiando y yo no quiero odiarlos.

- ¿Entonces nada?

- Nada, Y.

Se abrazan durante un rato largo y cada una vuelve a lo que estaba haciendo.



Escuchando Here comes your man, de Pixies

jueves, octubre 20, 2005

Rincón nº 5

Palabras

Hamlet le contesta a Polonio que lee “words, words, words”.
Emily Dickinson reconoce el poder de la palabra y lo escribe sin temblarle un solo dedo: “I know nothing in the world that has much power as a word. Sometimes I write one, and I look at it, until it begins to shine”.

Privadas de educación y sometidas por sus padres o maridos, las mujeres chinas crearon, hace 1700 años, un lenguaje secreto, el Nushu cuyo significado es escritura de mujeres. Los bordados se confeccionaban en Nushu al igual que Las Cartas del Tercer día se escribían en este habla; las madres, tres días después de la boda de sus hijas, le trasmitían por carta consejos, ideas o sueños sobre lo que debería ser o hacer una mujer, miedos, reflexiones, etc. El Nushu se tachó como ‘lenguaje de brujas’ y tanto sus creadoras como cualquier mujer que lo utilizase fueron perseguidas. A pesar de todo, se demostró el poder de la palabra ya que en la región donde el Nushu fue creado las mujeres poseían una mayor autonomía y nivel cultural que el resto de mujeres chinas.
El año pasado murió la última hablante de Nushu y con ella las 2000 palabras de las que se componía este lenguaje.

Utilizamos las palabras para comunicarnos aunque, como estas mujeres chinas, cada cual tiene su código propio. Por ejemplo, en el Reino Unido los perros dicen bow wow, en Japón wan wan y en España guau guau, excepto en cataluña: bup bup. Hay veces en las que los códigos no se parecen en nada: quiquiriquí (España), cock-a-doodle-doo (U.K.) otras, como el código de las armas, se parecen demasiado: pam (Francia) ra-ta-tá ra-ta-tá (Es.) tacata-cata-cata (Fr.) bang (U.K.) y algunas de estas suenan igual: buum (Es.) boom (U.K.) boum (Fr.)
La misma acción puede ser seria o todo lo contrario, dependiendo del lugar. Los ingleses estornudan con bastante seriedad y fuerza: aachoo, mientras que los españoles parece que nos reímos de nosotros mismos o que acabamos de chupar un limón: achís!

Una misma lengua se habla en distintas zonas geográficas, este hecho puede acarrear consecuencias bastante peculiares: cuando los argentinos se enculan significa que se asustan sin embargo, los españoles, ante esta palabra, no sólo se asustan sino que, la mayoría, salen corriendo despavoridos. Ante la frase como te coja te vas a enterar los españoles tiemblan y muchos argentinos quieren enterarse de todo, de todo. En Argentina el champú se bebe aquí como mucho sólo nos entra por los ojos (champú-champagne).

Las palabras se dan la vuelta, se visten, se desvisten, se colorean, se alargan, se acortan, se ocultan a unos y se muestran a otros, y otras veces se ocultan a otros y se muestran a unos.

En España una soriana dice no valgo subir la cuesta y encima de mi cabeza aparece una enorme interrogación, el mismo signo le aparece a una madrileña cuando oye que lo que le ocurre es que tiene perrera y corre al hospital con un atónito gesto de ¡qué me pasa doctor!?

"Hay que reivindicar el poder de la palabra, poderosa herramienta que puede cambiar nuestro mundo". (William Golding)

A Eduardo Haro Tecglen (el niño republicano), el titiritero número uno de las palabras.


Escuchando Your charms, de Cinerama

miércoles, octubre 19, 2005

Ay (suspiro)

Extraño mis años de salir a la calle a jugar y merendar con Barrio Sésamo, mis días de universidad, contar las horas hacia atrás; esperando que llegases y minutos de más de 60 segundos.
Añoro las cartas manuscritas, las notas al despertarme: "Buenos días gamusino!!(...) no olvides ponerte tu traje de persona que si no no te veo!!..." y las palabras sobre el vapor del espejo.
Echo de menos dormir abrazada, la arena de la playa bajo mis pies, escribir cartas sin remite, soñar que vuelo como superman y saltar sobre los charcos.
Siento nostalgia al recordar mis paseos por el albaicín, los viajes en metro hasta fuencarral y aquel paseo por Barcelona de vuelta de La cova del drac.
Echo en falta mi Bestiario de Cortázar; alguien lo tomó prestado hace un par de años, un poema que inventé antes de dormirme y que olvidé al despertarme; llevo semanas intentando recordarlo, y mi anillo de madera para las rastas; hace días que no está en el cajón.

Me pregunto qué dejaré de echar de menos y, lo más importante, por qué motivo.



Escuchando Te espero, de Antonio Vega

lunes, octubre 17, 2005

Geografías


El cuerpo humano posee fronteras muy frágiles, tan débiles que se pueden traspasar con un simple soplo, pero también se configura de fronteras indestructibles, pudiendo tardar toda una vida en dibujarles un simple arañazo. Las fronteras van cambiando a nuestro antojo, tanto de lugar como de dureza. A veces, nos encontramos con el corazón tallado a base de cincel y no hay manera de devolverle el pulso. Otras veces, nos escuecen hasta los latidos, producto de un amor que nos pueda resultar perfecto y del miedo a tanta perfección, -lo malo está por llegar-, solemos pensar.
He visto como mis fronteras se destruían con una sola mirada.

Un pequeño universo se dibuja en algunas espaldas, se inventan constelaciones apuntando con el dedo los lunares que las habitan.
He besado esas constelaciones, en algunas espaldas, y he deseado con todas mis fuerzas quedarme allí a vivir.

Existen acantilados por los que no nos importa dejarnos caer, conducirnos al abismo.
He abierto grutas con un pequeño suspiro, me he quedado dentro, sin buscar nada, y en la lengua me ha latido un corazón minúsculo.

Nos topamos con el cielo abierto en algunas miradas o el verde del mar, visto desde arriba, de algunos ojos.
He llegado a caer en un mar así mientras los labios me temblaban en un beso.

He visto llover en estas geografías, he amanecido a su lado, mis finos dedos se han llegado a helar con la frialdad de algunas pieles, he escrito versos sobre sus espaldas, he fotografiado sus sueños con mi boca y mis maletas siguen sin deshacer, a la espera de un último viaje.



Escuchando The blower's daughter, de Damien Rice

viernes, octubre 14, 2005

Mi odisea particular

Pierdo el tren de las 16.00, dejé el tiempo pasar y me quedé atrás conmigo diciendo adiós al vagón 3104. Faltó poco. El próximo autobús sale a las 18.00. La lluvia cae con ganas, paseo dentro de las estación, llamo a Ormai para que me acompañe esas dos horas pero está trabajando, me tomo un café, mi bolso de rayas despinta al contacto con el café, leo el periódico hasta el final y lo vuelvo a empezar, caigo en la cuenta de que muy cerca hay un biblioteca y, después de no pensarlo mucho, me dirijo hacia allí. Llueve a mala leche.
Busco un relato en el que Rico-Godoy describe un mundo al revés donde cabe la intolerancia; las niñas se dirigen al colegio y llevan carpetas forradas con Cámeron Díaz pero una de ellas preferiría que fuese Brad Pitt, por poner un ejemplo. Las madres de esta se escandalizan y ella se siente un bicho raro, en la última parada del mundo.
No encuentro el libro y me dedico a leer a los autores con sus títulos: Esther Tusquets y su mismo mar de todos los veranos; me aburrió un poco con tanta descripción inoportuna, Carlos Ruiz Zafón y su sombra del viento; no me lo he leido, ¿debería hacerlo?, casi todo el mundo lo ha leido... creo que esto es lo que hace que no me lo lea, diez pasos hacia atrás y Bukowsky se encuentra Peleando a la contra; dedica unos versos a "la puta que se llevó sus poemas" y dice 'mierda' cada dos por tres, Homero y su Odisea; me pregunto si Ulises perdería barcos o, por el contrario, como el era el protagonista siempre estarían dispuestos a esperarle. Tampoco creo que fuese para tanto su odisea; Penélope le fue fiel durante todo su periplo, las sirenas le cantan, permanece siete años con la ninfa Calipso -siete años dan para mucho, ¿verdad? Ulises- y acaba siendo un héroe mundial. Ya quisiera yo tener algo así y acabar siendo la ulises de una penélope tan especial.
A través de las ventanas veo un grupo de patos nadando mientras les diluvia, parecen estar en su salsa. Hay un pato alejado del grupo, -debe ser el feo-, pienso y vuelvo a la estación.
Sólo queda media hora y llueve, mis pantalones parecen tener sed y absorben todo el agua que pueden. Miro dentro del bolso cada diez minutos para asegurarme de que la cartera sigue ahí, cuando las cosas salen mal pueden ir a peor, dicen por ahí.
Ya en el autobús rezo para que no se siente nadie a mi lado, aunque estoy en el primer asiento y tengo todas las papeletas. Un señor igualito a Duke Ellington sube al autobús, no me importaría que se sentase a mi lado y además tengo la sensación de que debe oler muy bien. Pero no se sienta a mi lado, pasa de largo y si es verdad que huele realmente bien.
Sale el autobús, miro hacia atrás y practicamente están todos los asientos ocupados. Me cabreo un poco porque nadie se ha sentado a mi lado, y aunque en un principio lo prefería así ahora me pregunto por qué nadie se habrá querido sentar a mi lado. Se me pasa el pataleo y decido escuchar música porque mi idea de leer por el camino se fue al traste al cambiar el tren por el autobús. La primera canción, la 15, es de Benabar e ironías de la vida se titula Tout va bièn.
Las horas de viaje me están rompiendo la espalda y el cuello, me revuelvo en el asiento cada minuto. Un accidente, nos toca hacer cola. El conductor nos dice con cara de pena que la hora de llegada se retrasará considerablemente. Yo me desespero y encima me estoy meando, podría decir que me hago pis pero no sería correcto porque eso de hacer pis es como algo más pequeño, lo del pis es cuando tienes pocas ganas, cuando no sientes que la vejiga te va a reventar. Me meo con ganas y la lluvia sigue cayendo, también con ganas.
El autobús para, yo meo, el autobús sale, pasa el tiempo y luego otro tiempo y otro y otro.
Llego, tengo "banquete" de bienvenida; mucho mejor que el de Ulises, hablamos, nos reímos, la niña del árbol me pone al día de sus ilusiones y sus sueños, vemos fotos, peluches que supuestamente hablan y se mueven y a mí me dan miedo, la niña nube me enseña un cuento con lunas mientras sonríe con una piruleta en la boca, bostezo, fumo, bostezo y acabo durmiendo en brazos de una Penélope por dos días que piensa en verde pero no bebe cerveza, que ante mi indecisión me elige una camiseta de rayas y que abre los brazos y se abraza a sí misma cuando se siente bien. El día volvió a empezar.



Escuchando Contigo, de El Bicho


sábado, octubre 08, 2005

Equilibrios y desequilibrios

Me gustan los números pares porque son el equilibrio. Los números impares, por el contrario, están cojos, parecen mareados y a punto de caerse. Al subir el volumen en un equipo de música procuro que el número sea par. Siempre que voy en un coche me adueño de la radio para, disimuladamente, adecuar el volumen a un número par. Todas las camisetas con las que he jugado a baloncesto tenían número par. Mis números preferidos son todos pares.
Me gusta dormir en el lado de la pared, me siento más protegida y relajada. Si no hay pared, ni posibilidad de arrimar la cama a esta, prefiero el lado derecho.
Shhhhh, hablad bajito, no gritéis que me desequilibro.
Los triángulos no me gustan, supongo que será porque tienen tres lados y eso es impar o porque me da miedo quedarme en la esquina de un triángulo. El centro da mas juego.
No puedo dormir con tanga, me siento muy incómoda, doy vueltas en la cama y me desespero.
Tengo un hermano mellizo, el equilibrio perfecto; sin el no soy, sin mí no es.

Mi primer sueño

suele ser que bajo las

escaleras y pierdo el equilibrio,

y

me

despierto

dándole una

patada a la sábana.

Pero me calmo al imaginarme tumbada a mi lado, cuidándome y diciéndome “no pasa nada, tranquila, no pasa nada”.


Escuchando Look what you've done, de Jet


viernes, octubre 07, 2005

Contra toda lógica

Algunas noches al acostarme lloro, pero no siempre me salen las lágrimas. Les cuesta, es como si se negasen a asomarse al mundo de fuera. Yo lloro más por dentro, aunque así me alivia menos. No lloro por pena ni por alegría, es por rabia.

-El amor no se puede crear sino que tiene que surgir, nadie se puede obligar a crearlo o esperar a que surja a fuerza de cariño o de besos, te lo digo por experiencia-, le comento a Existencial.
Una vez intenté querer a alguien con todas mis fuerzas porque dentro de mi lógica era la mujer perfecta; guapa, inteligente, se interesaba por cualquier tema o conversación, cariñosa y, lo más importante, me quería. Sé que la lógica en algunos casos no sirve de mucho, pero yo quería quererla,sentir más que algo. Había partes de su cuerpo o ciertos gestos que a mi me encantaban, entonces yo me proponía idealizarlos hasta conseguir que se hiciesen totalmente perfectos, irremediablemente atrayentes. Incluso, por su cumpleaños, le regalé uno de los perfumes que a mi más me gustaban -pensé que así podría caer rendida a sus pies-. Ella me pedía un beso, yo le pedía tiempo. Fui incapaz de sentir algo más que amistad o admiración por ella.

Esta impotencia y rabia contenida es lo que me hace llorar. Me gustaría haberla querido como a nadie, besarla de tal manera que sientiese que la vida se me fuese al mínimo suspiro, pero sentirme, al mismo tiempo, más viva que nunca.
Me imaginaba tocándola con tanta delicadeza, como si fuese el cristal más frágil del mundo, deslizando las yemas de mis dedos por su cuello, entreteniendo mis labios alrededor de su ombligo, rozando su espalda con mi respiración. Todo muy despacio, con mucho cuidado. A pesar de todo, no me servía para nada tanta imaginación, acababa haciéndose añicos. Volvía a comenzar, cambiaba el escenario y reinventaba. Pasaba de los gestos delicados a la respiración acelerada, a los besos apoyados en las paredes, en los marcos de las puertas, en las mesas, en las sillas... Los dedos enredados en el pelo, las manos cogiendo con fuerza las sábanas, los gritos conteniéndose en la garganta... Tampoco funcionaba.

-Sin prisa, sin prisa, ya llegará, no hay nada acabado, tienes todos los principios del mundo por delante-, me repito antes de acostarme.

Punto y aparte



Escuchando New born, de Elbow

jueves, octubre 06, 2005

Voy a ser una popstar

Todas las noches me asomo a la ventana para contemplar el cielo. A veces me sobreviene la idea de lanzarme a esa masa negra de alquitrán lento y pastoso y dejarme llevar. Me pregunto qué habrá detrás, al igual que lo hacía Kit en El cielo protector de Bowles, y destrozo más de mil leyes de astrofísica en un parpadeo para inventarme que ahí es donde van a parar las pesadillas, los sueños que me hacen despertarme con la respiración acelerada y, a veces, con media lágrima colgando. Una de mis primeras pesadillas era que me encontraba al filo de un abismo y que me iba a caer, había algo que me empujaba a lanzarme aunque yo no quisiese hacerlo, y me mantenía tambaleándome con el miedo en el cuerpo hasta que me despertaba. Esta pesadilla se repetía cada mes durante unos cuatro o cinco años hasta que un día mientras estaba al filo del precipicio fui consciente de que estaba soñando, lo que se llama un sueño lúcido, y me lancé. Nunca más he vuelto a tener esta pesadilla, estará detrás del cielo.
Esta noche he soñado que me robaban el móvil, seguro que no soy la única que ha soñado eso. No era el miedo lo que hacía que este sueño fuese una pesadilla sino la angustia de saber que los mensajes guardados los podía haber perdido para siempre. Los mensajes que me habían mandado por mi cumpleaños, los que me dedicaba a leer algunas noches para conciliar mejor el sueño o los que yo llamo mensajes especiales que son los que me dedico a leer cuando me encuentro sola y necesito compañía. No eran sólo palabras o letras, una detrás de otra, lo que había perdido, eran pequeños abrazos, besos o esquinas de personas muy especiales que formaban parte de mi. Me he despertado con una extraña mezcla de angustia y satisfacción y me he dicho “seguro que esta pesadilla del móvil también va a parar detrás del cielo”.


Unas horas más tarde, he leído que el cantante de U2, Bono, al grito de “venga esos móviles” ha jubilado al clásico mechero, para poner de moda, en los conciertos, la luz de los teléfonos móviles. La tecnología arrasa con todo, he pensado con cierta tristeza.


Esta noche volveré a mirar al cielo pero no me preguntaré qué habrá detrás, simplemente gritaré: ¡venga esos móviles!.
Bono, jódete, yo también puedo ser una popstar.



Escuchando Are you gonna be my girl?, de Jet

miércoles, octubre 05, 2005

Viajes en el tiempo


Iría a la época de los 60; al corazón del movimiento hippy y a los conciertos de woodstock con Joplin, Jefferson Airplane, Hendrix y compañía. Me dedicaría a vender ropa de rayas, me encantan las rayas, de muchos colores; pantalones, camisetas, calcetines... de todo menos sujetadores, que en aquella época estaban muy mal vistos. Practicaría el amor libre, aunque aún no tengo muy claro eso de libre. Quizá fuese que se hacía en medio del campo, al aire libre, o ¿sería amor libre en contraposición al bondage?, aunque creo que en aquellos tiempos aún no existía eso. También podría ser libre porque las mujeres eran libres de dejarse los pelos al viento y no tener que estar esclavizadas con la depilación. Bueno, no importa, yo me iría allí con mi margarita blanca en el pelo, me encantan las margaritas, y mi amor, libre o no, a flor de piel.
Después caminaría unos metros hacia atrás hasta llegar a los años 20. Aprendería a bailar tango y charlestón, vería a Louis Armstrong en su "wonderful world" e iría a los clubs nocturnos con mis plumas en la cabeza. Tendría un escandaloso romance con una aristócrata casada y le pediría consejo a Virginia Woolf, que bien sabía ella de esas cosas. Conocería el amor de una bailarina a lo Josephine Baker y en nuestro tiempo libre nos escribiríamos cartas de amor, las haríamos aviones de papel, los lanzaríamos por la ventana, saldríamos corriendo a la calle a leer aviones, al azar, volveríamos saltando y nos besaríamos detrás de la puerta.

Ahora me voy de viaje a un tiempo más lejano; imperfecto, a medio conjugar y en primera persona... dulces sueños.



Escuchando Encadenados, de Mercromina

martes, octubre 04, 2005

Rincón nº 4

¿Literatura femenina?--> Fórmula:
Necesidad imperiosa de etiquetarlo todo + búsqueda de características comunes.

Para que esto suceda no ha de haber gran variedad de textos porque los puntos comunes desaparecerían.
Hoy en día existen más escritoras y la variedad temática y estilística se ha ampliado. Aún así el lastre de una literatura típicamente femenina considerada como una literatura menor, un subgénero, sigue estando presente.
No se puede negar que los temas que en un principio abordaban las escritoras diferían mucho de aquellos que trataban los escritores, y es que logicamente las primeras escritoras abordaron temas cercanos a su realidad social: maternidad, opresión, relación madre-hija, etc. Pero a día de hoy esos temas los tratan tanto mujeres como hombres.
Esto no sólo ocurre con lo que se empeñan en nombrar como literatura femenina, sino también con la literatura homosexual, racial...

Algunas escritoras negarían estas valoraciones y otras las firmarían. Yo sólo quería escribirlo porque lo tenía dentro y me estaba destrozando el estómago.

Con respecto a los lectores a los que va remitida la supuesta literatura femenina aquí os dejo una respuesta a modo de burla de la escritora, editora y crítica Laura Freixas, merece la pena dedicar un par de minutos a su lectura.

domingo, octubre 02, 2005

¿A qué huele?

Me gusta el olor de los libros recién comprados, cuando todavía sus hojas no están viciadas por el paso del tiempo de las estanterías. Asocio cada estación con un olor por eso mi verano huele a after-sun, el otoño a tierra mojada, el invierno al suavizante de un jersey recién puesto y la primavera a las margaritas de pétalos blancos.
Soy muy sensible a los olores hasta tal punto que podría llegar a querer a alguien simplemente por el olor de su colonia, de su pelo o de su piel. Dicen que el olfato es el sentido que más te hace recordar y yo recuerdo mis años de colegio cada vez que huelo una goma de borrar o los días de universidad cuando el aroma de un café cortado recién hecho entra por mi nariz.
Me gusta dormirme cerca del cuello de algunas personas para que su olor se confunda con mis sueños y saber en todo momento que esa persona está ahí, muy cerca. Me encanta el olor de las colonias para niños, que me digan que huelo muy bien y que me reconozcan con los ojos cerrados sólo por mi perfume.
A veces me ocurre que, paseando por la calle, el rastro de perfume que pueda dejar un desconocido a su paso me recuerda a alguien conocido y al llegar a mi casa lo llamo por teléfono para preguntarle cómo está y cuándo nos podemos volver a ver.
Un día, estando en Madrid, en las escaleras mecánicas del metro una mujer giró bruscamente la cabeza para apartarse el pelo de los ojos y una bofetada de su perfume me trajo a la mente la imagen de una persona muy especial para mi. Me acerqué más a ella, inspiré muy hondo y aguanté la respiración por unos segundos. Ya en la calle, aunque yo me dirigía a Callao cambié mi rumbo y la seguí con una distancia prudencial por la calle Carretas, volví a inspirar hondo y me senté en un banco viendo como se alejaba mientras mi pulmones se desinflaban poco a poco.

He abierto una de mis libretas -donde guardo mis secretos, donde se concentran todas mis vidas, todos mis sentimientos, todo lo que he querido y todo lo que me han querido-, he olido sus hojas recicladas, la he vuelto a cerrar con una gran sonrisa en la cara y he comenzado a escribir este post.



Escuchando A trick of the sea, de Piano Magic