Un mal día
A veces, pero sólo a veces, ni siquiera me soporto a mi misma, si pudiese saldría de mi piel y la dejaría sola para que patalease hasta que dejase de ser insoportable.
Ayer por la mañana, tras sonar el despertador, gruñí y gruñí, un poco más, sólo un poco más! Un día de estos tengo que cambiar la melodía, es horrible y el bip, bip, bip me sigue zumbando en la cabeza aún habiendo apagado el despertador.
Me levanté refunfuñando, me duché enfadada y me quemé la lengua con el café por impaciente (castigo divino lo llamarían algunos).
El día de trabajo laaaaaaargo, no estoy para nadie, no quiero preguntas ni tengo respuestas. Les escupiría a la cara, a todos, pero mis modales siempre llegan a tiempo. No me importa lo que me cuentan, me aburre, qué poca gracia tienen todos, dejadme, me quiero ir a casa, estoy de mala leche, no me concentro, estoy cansada de repetir lo mismo, quiero esconderme bajo mi mesa y jugar a las canicas, por ejemplo, jugar yo solita!!
Por la tarde, nada me apetece; ni tomar un té, ni leer, ni ver una película, ni escuchar música… soy un coñazo y una pesada y no me aguanto!!
Me voy a correr, a ver si se me pasa esta rabieta. Llego a mi casa subiendo las escaleras a pares, me ducho, ceno y me voy a la cama con un libro. Judith Butler y su performativity, el género, el sexo, la identidad… Judith, hoy no estoy para ti. Me paso a Gloria Anzaldúa y a su mestizaje, y me imagino perteneciendo a todos los lugares al mismo tiempo, aquí y allí, en todos sitios menos en mi piel, en mi misma, en este día en el que me repito y me aborrezco.
Cierro los ojos y pienso: lo puede tener cualquiera.